Así es como denominaron los conquistadores romanos a los pobladores del interior de la Península Ibérica, principalmente en el área del Sistema Ibérico.
Son varios los autores romanos que se refieren a los celtíberos, aunque de forma muy distinta, y son los historiadores y geógrafos los que delimitan las ciudades y poblamientos, corroborados por las campañas anuales de arqueólogos que han dado su fruto en numerosas publicaciones.
La mayoría de las poblaciones eran de pequeño tamaño, conformando un conjunto de casas asentadas a espaldas de la muralla perimetral, y un foso defensivo exterior. También contaban con numerosas ciudades que articulaban el territorio, bien organizadas, económicamente prósperas, comercialmente ricas, y que emitían su propia moneda.
Era una sociedad fundamentalmente agraria, con cultivos de proximidad y ganado de supervivencia, fundamentalmente ovino, caprino y bovino. También eran recolectores y muy buenos cazadores. Su habilidad en el proceso de producción y transformación del hierro, desde su extracción a la fabricación de herramientas, utensilios y armas, fueron objeto de fama en su época.
La conquista romana se produjo en dos grandes fases a lo largo del siglo II a.c. principalmente: En un primer periodo se conquistó prácticamente todo el valle del Ebro y las estribaciones del Sistema Ibérico, y en un segundo periodo, hacia mediados - finales de este mismo siglo, conquistaron prácticamente todo el territorio. En esta época se enmarca la famosa resistencia de Numancia.
Los celtíberos estaban permanentemente preparados para la guerra. Sus jóvenes dominaban la equitación con unos caballos autóctonos muy adaptados al medio, y también las luchas cuerpo a cuerpo, en que sus armas, mucho más ligeras que las romanas, contaban con gran ventaja. Una de éstas, la espada corta, fue denominada por los romanos como Gladius, y origen de la palabra gladiador.
Políticamente no tenían una organización supralocal, ni un ejército con estrategia militar de conjunto. Los guerreros eran valientes, pero sus ejércitos estaban muy desorganizados. No contaban con un poder centralizado, ni tampoco tenían conciencia de nación, y las alianzas se basaban en pactos coyunturales entre ellos frente a un tercero. Una de las características más importantes de estos pactos, tanto entre familias como entre pueblos, se reflejaba en las “tesseras” de hospitalidad, una especie de amuletos, generalmente de metal, que servían para sellar estos pactos.
Contaban los celtíberos con una especie de asamblea senatorial, en la que participaban todos los ancianos, y un fuerte vínculo entre los miembros de la misma familia y pueblo que conformaban un núcleo socio-económico. Se cuentan frecuentes luchas entre ellos mismos, aprovechadas por la colonización romana con la que surge una fuerte aculturación y mezcla entre la nueva y emergente clase pudiente indígena, que disfrutaba de los favores de los poderes locales romanos, y los viejos poderes tradicionales.
En síntesis, eran unas sociedades culturalmente avanzadas, pero que no habían llegado a alcanzar el concepto de estado – nación como modo de pervivencia ante otras culturas, en este caso la romana, que impusieron su derecho, su cultura y su ley, aunque permitieran la convivencia con las autóctonas.
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